OMC: Hasta el G20 quiere salvar Doha

Sebastián Valdomir

En encuentro en Montevideo, el canciller Celso Amorim afirmó que el fracaso de la Ronda de Doha «no es una opción», ya que se está mas cerca ahora que en julio para finalizar las negociaciones. Pero llamo a mantener la unidad entre los países menos desarrollados y el G20. Negociaciones «no las hacen los economistas, sino los políticos»; dijo Lamy.

El director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Pascal Lamy y el canciller Celso Amorim estuvieron este miércoles en la conmemoración del 20 aniversario del lanzamiento de la Ronda Uruguay del GATT en Montevideo.Desde allí hicieron sus propios llamados a retomar cuanto antes las negociaciones de la estancada Ronda de Doha, paralizada desde finales de julio. Según Celso Amorim, este es «un momento crítico de la Ronda de Doha», por la incertidumbre acerca de su relanzamiento o su fracaso definitivo. «nos enfrentamos con el riesgo de que la OMC pueda transformarse en una entidad sin importancia, con graves consecuencias para la credibilidad del multilateralismo» remarcó.

En el comunicado conjunto que se divulgó al final del evento se señaló que «un fracaso de las negociaciones llevaría a un gradual deterioro del sistema multilateral de comercio…-Las repercusiones excederían en mucho al terreno comercial, con implicaciones globales para la economía y la seguridad mundial. Las mayores pérdidas recaerían sobre los países en desarrollo mas débiles y las pequeñas economías».

Según Pascal Lamy, este no es el mejor momento para poner nuevas fechas límite ni para convocar a una nueva reunión ministerial de la OMC, ya que eso podría precipitar los supuestos avances que en las diferentes mesas técnicas de negociaciones se han producido. «Se está trabajando en la cocina, pero aún no hemos invitado a los ministros a la mesa» dijo Lamy.

Lamy convocó a los actores pesados de la OMC a mover sus propuestas con el objetivo de relanzar cuanto antes las negociaciones: «necesitamos que Estados Unidos acepte mayores reducciones de sus subsidios, y que la Unión Europea, Japón e India acepten una mayor reducción de sus barreras», manifestó Lamy en la conferencia de prensa.

G20; «actor esencial» para relanzar Doha
Luego de la suspensión de las negociaciones de la OMC a fines de julio, se inicio un proceso de diplomacia silenciosa, con reuniones entre los principales actores involucrados: Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y el G20.

Estados Unidos ha manifestado que estaría dispuesto a presentar una propuesta de reducción de los subsídios agrícolas si la Unión Europea hace también un recorte a los impuestos a las importaciones. Pero esto no es seguro ya que fue una idea lanzada antes de conocerse el resultado de las elecciones legislativas del 7 de noviembre en Estados Unidos. Además, la cifra tope que manejó Estados Unidos en esta propuesta (17.5 U$S billones al año) aún está lejos del pedido del G20, de que seán como máximo 12 U$S billones.

Por eso, el único escenario en el cual Estados Unidos estaría dispuesto a revisar sus posturas y volver a la mesa de negociaciones definitivamente sería que los países en desarrollo ofrezcan mayor acceso a mercados para todos los bienes y servicios. Lo mismo pasa con la Unión Europea, que ha manifestado que solo modificaría sus posiciones si se asegura de tener mayor acceso a mercado para sus bienes industriales y en los sectores de servicios en las economías emergentes.

A mediados de octubre Pascal Lamy entonces lanzó su idea de la diplomacia silenciosa: «es importante que creemos un espacio para la discusión a puerta cerrada (…) y llevar a cabo una unión de posiciones negociadoras de manera discreta. Tenemos la necesidad de realizar durante cierto tiempo una labor subterránea, sin duda frustrante para los medios de comunicación, pero imprescindible».

Esto fue manifestado por Lamy ante la comisión de comercio del Parlamento europeo el 17 de octubre. Apenas unas semanas antes tanto Peter Mandelson -comisionado europeo de Comercio- como Susan Schwab -representante comercial de Estados Unidos- ya habían lanzado la idea de la «diplomacia silenciosa» con reuniones solo entre los actores mas poderosos. Lamy solamente cerró el círculo.

Es llamativo que esta estrategia para revivir la Ronda de Doha haya sido apoyada de alguna forma por el G20. Estos procedimientos implican que los actores mas poderosos arreglan y concertan sus diferencias y luego bajan sus propuestas a los países menos desarrollados con la presión de «tomarlo o dejarlo». El resultado de eso normalmente son enormes concesiones por parte de los países mas pobres, tanto en servicios, como en agricultura y también en aranceles industriales.

Consultado al respecto por Carta Maior, el negociador jefe de Uruguay en la OMC, Guillermo Valles expresó que «la diplomacia silenciosa es mas necesaria que nunca en este momento y que se debe continuar ahora». Uruguay es integrante del G20.

También el canciller Amorim aludió al papel del G-20 en este contexto de la OMC. El G20 tiene «un rol central y constructivo en las negociaciones», no solo por presentar propuestas tecnicamente consistentes y representar a los intereses de las potencias emergentes, «sino también por buscar consensos, acercamiento de posiciones y el impulso político necesario para garantizar los indispensables avances». Este grupo no solo es un «nterlocutor esencial» de las negociaciones, sino que también es el único que cumple «la articulación política entre los países en desarrollo y entre esos y los países desarrollados».

Fracaso de la ronda no es una opción
En su oratoria el canciller Celso Amorim presentó la posición del G20 en esta coyuntura. Fiel a su estilo, primero mostró cuales son sus «heridas de guerra»: ya tengo ahí muchas cicatrices de las negociaciones comerciales internacionales… seguí por Seattle, Doha, Cancún y Hong Kong, pero quiero por eso mismo decir, que porque tengo muchas cicatrices tengo también optimismo».

Antes de hacer su propio llamado para relanzar la Ronda de Doha, el canciller Amorim recordó cuales fueron algunos de los principales legados de la Ronda Uruguay del GATT, que dió origen a la actual OMC.

«El contenido de ‘desarrollo’ de la Ronda Uruguay resultó relativamente débil. El alcance de los resultados en agricultura fue más limitado de lo que hubiéramos deseado. Muchas de las disciplinas de la Ronda Uruguay revelaron con tiempo ser instrumentos al servicio del proteccionismo de los países desarrollados. Tal es el caso, por ejemplo, de las disciplinas demasiado flexibles en lo que atañe a las medidas antidumping».

«Por todo ello, resultó absolutamente fundamental iniciar una nueva ronda de negociaciones multilaterales, volcada prioritariamente a los temas del desarrollo. Los temas agrícolas están en el centro de la Agenda del Desarrollo de Doha» concluyó Amorim.

En este momento especial de la vida la OMC, las posiciones de los jugadores globales del comercio internacional no están divididas por diferencias políticas, sino de cuestiones técnicas. «No hay diferencias conceptuales insuperables, diferente de ocasiones pasadas, en que no se sabía si íbamos a incluir inversiones, servicios u otros temas, compras gubernamentales. Ahora no, no hay diferencias conceptuales. Lo que está en juego no es la inclusión o exclusión de uno u otro tema. En realidad, estamos hablando de cifras, y solamente de cifras» subrayó el canciller de Brasil.

Y enseguida remató que para el acuerdo en Agricultura, de acuerdo a los intereses y necesidad de los países mas pobres y en desarrollo, la cifra de los subsidios a la exportación «ya la conocemos. La cifra es cero, y no cero en un tiempo indeterminado, sino cero dentro de poco más de cinco años».

En este punto es que se concentra una de las principales discusiones para las posibilidades de vida de la Ronda de Doha, el tema de la argicultura. Lamy también interpreta que «el resultado debe ser una reducción importante de los subsidios de agricultura».

«Necesitamos una fase un poco técnica donde los distintos parámetros y números deben ser verificados, y cuando ésto ocurra tenemos que volver a la mesa ministerial. No creo que sea sabio volver a la mesa ministerial mañana, puesto que tiene que haber un poco más de preparación».

‘Los negociadores tienen que convencer a sus entornos nacionales, las negociaciones comerciales no se hacen por parte de los economistas, sino por los políticos que son los que tienen que presionar y buscar estos acuerdos dentro de sus sistemas políticos’.

Publicado en Agencia Carta Maior el 24 de noviembre de 2006