«El 31 de octubre, todos somos uruguayos”

Esa fue la frase que repitió en todas sus aparicios públicas en Uruguay la escritora canadiense Maude Barlow, quién realizó la presentación de su libro Oro Azul en Montevideo, en respaldo a la Campaña por el SÍ al agua. El próximo 31 de octubre el pueblo uruguayo decidirá si agrega a su constitución una serie de modificaciones hacia la consideración del acceso al agua y al saneamiento como un derecho humano fundamental, restringiendo la gestión de los recursos hídricos a la órbita pública y basándola en criterios de sustentabilidad y participación social. Con respecto a la experiencia uruguaya, Barlow afirmó que es muy importante, porque por primera vez en el mundo, un pueblo tiene derecho a elegir que es lo que quiere hacer con sus recursos hídricos frente al poder de un grupo de políticos, agencias gubernamentales, instituciones financieras multilaterales y compañías internacionales del agua.La activista aseguró que los ciudadanos de todas partes del mundo tienen derecho a esperar que sus gobiernos garanticen el derecho de las personas al acceso al agua potable. Sin embargo, Barlow reconoció que las dificultades económicas que atraviesan los países en desarrollo debido a las inmensas deudas externas dificultan este objetivo, que de alcanzarse, representaría un ahorro considerable para estas naciones. A continuación transcribimos parte de una entrevista mantenida con Maude Barlow durante su estadía en Montevideo.

¿Cuál es el motivo de tu presencia en Uruguay?
Estoy aquí para apoyar al referéndum, a mis amigos, esta gente tan valiente que ha llevado a cabo este proceso. También para que la gente de Uruguay sepa que todo el mundo está pendiente de este proceso, ya que es el primero de este tipo. Lo que está pasando aquí es muy, muy importante.

¿Por qué es tan importante?
Es tan importante porque es el primer ejemplo de democracia directa, donde el pueblo tiene derecho a votar. En el mundo hay un grupo de políticos, agencias gubernamentales, el Banco Mundial y estas compañías del agua que se creen una especie de “comando mundial del agua”, una especie de ejército. Ellos toman las decisiones acerca de la vida de las personas y su acceso al agua. Nadie tiene la oportunidad de votar en este asunto, nadie en el mundo, hasta ahora en Uruguay, donde han tenido la capacidad de decir lo que quieren que suceda con su agua. Todas las decisiones son tomadas por el Banco Mundial o por la Organización Mundial del Comercio. Por eso esta experiencia es tan importante, porque puede tomarse como precedente para su aplicación en otros países y llevarse a las Naciones Unidas, que es lo que estamos planeando hacer eventualmente con lo que se ha hecho en Uruguay.

¿Cómo evalúas los procesos de privatización de recursos naturales y especialmente del agua en los países de América Latina?
Están fracasando. Había grandes esperanzas, porque se creía que las compañías de agua iban a traer nuevas inversiones, pero no sucedió así. Lo que estas compañías trajeron consigo fueron inversores globales interesados en saquear los recursos locales para su propio beneficio, usualmente el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo y los propios gobiernos, que son los que asumen los riesgos cuando son las compañías las que obtienen los mayores beneficios. País tras país, estas empresas cobran altos precios por el agua, que las personas no pueden pagar, los estándares están cayendo, por lo que el agua que ofrecen no es de calidad. El agua de calidad es para la gente rica o para las áreas turísticas. Están compañías están involucradas en actos de corrupción, de chantaje. Sus contratos por lo general son hechos en silencio. De hecho “The Economist”, un periódico conservador de Londres, dijo el mes pasado en un artículo que el “experimento de la privatización” está fracasando en el mundo en desarrollo debido a la presión de los grupos y personas locales que no quieren a estas compañías allí.

¿Existen alternativas reales a la gestión privada del agua?
Si, los ciudadanos de todas partes del mundo tienen derecho a esperar que sus gobiernos los provean de agua potable de calidad, de forma que no esté basada en criterios de ganancias. Cada ciudadano del mundo tiene ese derecho, debemos saberlo. Sin embargo, es cierto que en muchos lugares del mundo, principalmente en los países en desarrollo no hay suficiente dinero, porque estos países deben mucho dinero al Norte, o han perdido el control de sus recursos hídricos por haberlo privatizado. La alternativa a estos servicios que buscan las ganancias es un buen gobierno, un servicio local sin fines de lucro por parte del sector público. Tenemos derecho a exigir esto. Es algo que está pasando exitosamente en muchas partes del mundo, y es más barato, porque no hay inversores. Cuando una compañía privada es la que provee el agua, se lleva el 15 o incluso el 20 por ciento de cada dólar público y se lo envía a los inversores. Eso no es necesario si el servicio es público. Quizá exista un rol para las empresas privadas en algún sector, eso habría que discutirlo, pero no creemos que exista un rol para las corporaciones con fines de lucro en los servicios del agua, porque es un derecho humano, y eso hay que tenerlo claro.

El proyecto de reforma constitucional de Uruguay dice que la gestión del agua debe estar en manos del Estado. ¿Pero qué sucede en aquellos países donde existen comunidades indígenas o campesinas?
Lo que nosotros queremos es que el Estado garantice el derecho al agua, pero en algunas oportunidades, la gestión puede ser más localmente controlada. Por ejemplo en México y Nuevo México, en Estados Unidos y México, hay comunidades en las que el agua es compartida y distribuida de acuerdo a criterios como el tamaño o edad de las familias. Esas decisiones son tomadas por las comunidades. Creo que existen muchas formas en que puede hacerse esto, pero fundamentalmente, el rol del Estado no es proveer el agua en ciudades grandes como Montevideo, sino garantizar que las personas tengan derecho al acceso a agua potable, a tomar las decisiones acerca del agua ellos mismos, y no tener empresas privadas decidiendo por ellos.

Cambiando de tema, ¿cual es la situación de los recursos naturales y particularmente del agua en Canadá?
En Canadá tenemos mucha agua, pero no la cuidamos, por el contrario hemos descuidado nuestra agua. Siempre digo en Canadá que tenemos que pensar muy cuidadosamente este asunto, porque cuando el mundo venga buscando agua, debemos estar preparados para ello. Nuestra gran preocupación en Canadá es que Estados Unidos se está quedando sin agua. California, Florida, incluso la cuenca de Chicago están en problemas. El nivel de los grandes lagos está disminuyendo. Estamos convencidos de que cuando Estados Unidos necesite nuestra agua vendrán por ella, y no será necesario que traigan un ejército con ellos, porque ya hemos firmado un acuerdo de libre comercio dándoles acceso al recurso. Por lo tanto, es una preocupación para todos los canadienses el hecho de tener un control soberano sobre el recurso, porque ha hemos entregado el control soberano sobre nuestra energía y no queremos que pase lo mismo con el agua.

¿Qué puedes decirme acerca de tu libro “Oro Azul”?
El libro es un análisis de la crisis ambiental y de derechos humanos del agua, de la crisis mundial del agua. El libro cuenta la historia del “oro azul”, de cómo el agua se ha vuelto interesante para las corporaciones, y cómo los pueblos y comunidades están luchando para recuperar su agua. El libro ha sido traducido a 15 lenguajes en más de 40 países. Es muy gratificante ir a otro país y que alguien te diga que tu libro lo ha ayudado a tomar posición acerca del tema. Nos hemos reunido con políticos locales que han leído el libro y nos han dicho que los ayudó a tomar posición, a decidirse a luchar por el agua. Nunca se sabe cuál será su alcance, quién va a leerlo y qué impacto va a tener en las personas. Espero que haga una diferencia.

Entrevista: Luciana Vaccotti
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