Cientos de denuncias y testimonios dibujan el mapa de los pueblos fumigados en Uruguay: la avioneta que no reconoce alambrados, los químicos que llegan al agua potable, y los síntomas que se interpretan mal. La aplicación de agrotóxicos aumenta y con ella los efectos nocivos sobre la salud y el ambiente. La contradicción de modelos queda expuesta y los vecinos y pequeños productores pierden frente a los grandes del agronegocio.

Luego de que los focos de las cámaras de tevé se apagaran y el paraje La Armonía (Canelones) saltara a una desafortunada fama en las tapas de los diarios, después de que sus cultivos se secaran y unas siete familias perdieran toda o casi toda su producción, los últimos análisis son aun más desalentadores. Esta semana, casi dos meses después de lo sucedido, los vecinos supieron que varios pozos de agua para consumo humano estaban contaminados con agrotóxicos.

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